J. miraba su reflejo en la pantalla. Sus dedos tipeaban números y palabras de manera automática. A pesar de la cantidad de gente que lo rodeaba, todo era silencio. Demasiado.
Estaba despeinado. Sabía que algunas canas comenzaban a asomar sus narices, impertinentes.
Ya no le importaba mucho. No desde que sus manos habían dejado de desordenarlas.
Ya casi nada le importaba mucho.
-Si fuera tan fácil como apretar delete, pensó.
Estaba despeinado. Sabía que algunas canas comenzaban a asomar sus narices, impertinentes.
Ya no le importaba mucho. No desde que sus manos habían dejado de desordenarlas.
Ya casi nada le importaba mucho.
-Si fuera tan fácil como apretar delete, pensó.
Y sosteniendo su taza de café vacía, se fue hacia la cocina arrastrando los pies.
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