Hace unos días el MSN cumplió una década. No es mucho tiempo, teniendo en cuenta que el mail nació hace más de tres. Sin embargo, en estos 10 años, un cúmulo de usuarios de MSN han sabido ganarse montañas de insultos reprimidos (o no) y han hecho de esta aplicación un arma poderosa contra la inteligencia.
Aquí, los cinco tipos de usuario de MSN que deberían haber viajado en lugar de los astronautas del Challeger y por lo menos servir a la humanidad como fuegos de artificio.
El mono zumbador
Este homúnculo, que debería ir y venir del estrecho de Bering a Ushuaia de rodillas y sobre un camino de arroz, no tiene otra cosa que hacer de su inútil existencia más que molestar al resto. Es aquel que no contento con saludarnos una docena de veces, y viendo que no le contestamos, envía repetidos zumbidos.
Querido mico falto de todo concepto de dignidad: si nadie contesta a sus llamados de atención y desesperados intentos por ser parte por un milisegundo del género humano, ¿Por qué cuernos suponés que haciendo zumbar mi computadora al ritmo encloquecido de su estupidez vas a logar lo contrario?
El Nickófilo
Este humanoide cuyo único objetivo en la vida es conseguir que alguien recuerde su nombre, supone que el sector donde uno debe ubicar su nick, y alguna otra frase ad-hoc (¿a qué mente brillante se le ocurrió poner ese espacio?, ¿no bastaba con el primero para hacer de nuestra vida un infierno?), decíamos, supone que ese espacio esta destinado a demostrar una creatividad y una inteligencia que el susodicho humanoide está a años luz de poseer.
Entonces, te rogamos, oh recalcitrante tarad@: no pongas frases cursis, imbéciles y/o citas literarias para hacerte notar. Si nadie te habla es porque a nadie le interesa lo que tenés para decir (ni durante un chat ni en tu nick).
No queremos saber si te estas bañando, si estás comiendo un guiso de mondongo o si te duele la muela. Para eso esta Twitter.
Remite a poner tu nombre o algún seudónimo que no te obligue a pensar demasiado. Lo sentimos, pero no has nacido para semejante tarea.
El hipersensible
Esta personificación del complejo de inferioridad pretende que uno se desviva por comentarle con lujo de detalles cómo es que hizo para ir hasta el kiosco y comprar un paquete de pastillas. De lo contrario, si uno se limita a describir este hecho como una persona mas o menos normal (tampoco vamos a exagerar), empieza a preguntar: “¿te pasa algo?, ¿estás enojad@? sonás rar@”, y una serie interminable de frases por el estilo, que no hacen más que estrechar nuestra ya reducida expresividad para con el homúnculo.
Por ello, miserable exponente de la nula autoestima, si se te responde ya te encontrás ante una muestra de la más alta misericordia y generosidad, no pidas, además, que usemos un medio como el chat para cantarle loas a la vida y a la felicidad. Si necesitás alegría, ponete un video de Xuxa.
El emopsicótico
Esta subespecie del hipersensible, no contento con reclamar una expresividad que no poseemos, incluye un emoticón cada dos palabras (esos dibujitos, animaciones y otras estupideces inventadas al abrigo del MSN, que deberían ser abolidas para el bien de la humanidad toda) suponiendo que en eso consiste demostrar sentimientos.
Incluso, al tener tantos de estos implementos en su aplicación, cada sílaba de lo que escribe ES un emoticón, lo que resulta en una absoluta incomprensión de lo que está queriendo decir.
Estimado gusano: ya es una tortura leer las estupideces que tenés para decir. Te suplicamos, entonces, que no nos hagas la vida mas miserable adosando a cada pavada el dibujito de un pingüino que regala corazones, o peor aun, a Mafalda teniendo sexo con Miguelito. No nos interesa el humor gráfico de ese estilo (carente de humor y de desarrollo grafico). Si no podés escribir sin utilizar esos adminículos apestosos, por favor, abstenete de escribirnos.
El vurro
And last, but not least (¿ven, amigos que este es un blog currrrto?), encontramos al púber imberbe que habla en lenguas endemoniadas junto al asno cuyo cerebro nunca pasó de primer grado (y la vida, pura generosidad, hasta le consiguió trabajo) y escribe con unos horrores ortográficos tan espeluznantes que ni un integrante de la real academia podría imaginar en sus peores pesadillas.
Los ubicamos en la misma categoría, porque, muchos adultos se caracterizan por las burradas que son capaces de escribir, pero los púberes, creen poseer un idioma inventado cuando, en realidad, no están haciendo más que destrozar el castellano.
Por ello, adorado hombrecillo de las cavernas, que te comunicas mediante palabras incomprensibles (porque “avia”, “yubia”, “ke” y cosas semejantes son cualquier cosa menos palabras con algún significado) y sonidos guturales, te rogamos, te suplicamos, y te amenzamos con un látigo de tres puntas con el que te desollaremos: ¡toma entre tus manos un diccionario, y aprende! Luego, existe.
Este fue un servicio más de Ciberviviendo, en pos de un mundo menos idiotizado.
Aquí, los cinco tipos de usuario de MSN que deberían haber viajado en lugar de los astronautas del Challeger y por lo menos servir a la humanidad como fuegos de artificio.
El mono zumbador
Este homúnculo, que debería ir y venir del estrecho de Bering a Ushuaia de rodillas y sobre un camino de arroz, no tiene otra cosa que hacer de su inútil existencia más que molestar al resto. Es aquel que no contento con saludarnos una docena de veces, y viendo que no le contestamos, envía repetidos zumbidos.
Querido mico falto de todo concepto de dignidad: si nadie contesta a sus llamados de atención y desesperados intentos por ser parte por un milisegundo del género humano, ¿Por qué cuernos suponés que haciendo zumbar mi computadora al ritmo encloquecido de su estupidez vas a logar lo contrario?
El Nickófilo
Este humanoide cuyo único objetivo en la vida es conseguir que alguien recuerde su nombre, supone que el sector donde uno debe ubicar su nick, y alguna otra frase ad-hoc (¿a qué mente brillante se le ocurrió poner ese espacio?, ¿no bastaba con el primero para hacer de nuestra vida un infierno?), decíamos, supone que ese espacio esta destinado a demostrar una creatividad y una inteligencia que el susodicho humanoide está a años luz de poseer.
Entonces, te rogamos, oh recalcitrante tarad@: no pongas frases cursis, imbéciles y/o citas literarias para hacerte notar. Si nadie te habla es porque a nadie le interesa lo que tenés para decir (ni durante un chat ni en tu nick).
No queremos saber si te estas bañando, si estás comiendo un guiso de mondongo o si te duele la muela. Para eso esta Twitter.
Remite a poner tu nombre o algún seudónimo que no te obligue a pensar demasiado. Lo sentimos, pero no has nacido para semejante tarea.
El hipersensible
Esta personificación del complejo de inferioridad pretende que uno se desviva por comentarle con lujo de detalles cómo es que hizo para ir hasta el kiosco y comprar un paquete de pastillas. De lo contrario, si uno se limita a describir este hecho como una persona mas o menos normal (tampoco vamos a exagerar), empieza a preguntar: “¿te pasa algo?, ¿estás enojad@? sonás rar@”, y una serie interminable de frases por el estilo, que no hacen más que estrechar nuestra ya reducida expresividad para con el homúnculo.
Por ello, miserable exponente de la nula autoestima, si se te responde ya te encontrás ante una muestra de la más alta misericordia y generosidad, no pidas, además, que usemos un medio como el chat para cantarle loas a la vida y a la felicidad. Si necesitás alegría, ponete un video de Xuxa.
El emopsicótico
Esta subespecie del hipersensible, no contento con reclamar una expresividad que no poseemos, incluye un emoticón cada dos palabras (esos dibujitos, animaciones y otras estupideces inventadas al abrigo del MSN, que deberían ser abolidas para el bien de la humanidad toda) suponiendo que en eso consiste demostrar sentimientos.
Incluso, al tener tantos de estos implementos en su aplicación, cada sílaba de lo que escribe ES un emoticón, lo que resulta en una absoluta incomprensión de lo que está queriendo decir.
Estimado gusano: ya es una tortura leer las estupideces que tenés para decir. Te suplicamos, entonces, que no nos hagas la vida mas miserable adosando a cada pavada el dibujito de un pingüino que regala corazones, o peor aun, a Mafalda teniendo sexo con Miguelito. No nos interesa el humor gráfico de ese estilo (carente de humor y de desarrollo grafico). Si no podés escribir sin utilizar esos adminículos apestosos, por favor, abstenete de escribirnos.
El vurro
And last, but not least (¿ven, amigos que este es un blog currrrto?), encontramos al púber imberbe que habla en lenguas endemoniadas junto al asno cuyo cerebro nunca pasó de primer grado (y la vida, pura generosidad, hasta le consiguió trabajo) y escribe con unos horrores ortográficos tan espeluznantes que ni un integrante de la real academia podría imaginar en sus peores pesadillas.
Los ubicamos en la misma categoría, porque, muchos adultos se caracterizan por las burradas que son capaces de escribir, pero los púberes, creen poseer un idioma inventado cuando, en realidad, no están haciendo más que destrozar el castellano.
Por ello, adorado hombrecillo de las cavernas, que te comunicas mediante palabras incomprensibles (porque “avia”, “yubia”, “ke” y cosas semejantes son cualquier cosa menos palabras con algún significado) y sonidos guturales, te rogamos, te suplicamos, y te amenzamos con un látigo de tres puntas con el que te desollaremos: ¡toma entre tus manos un diccionario, y aprende! Luego, existe.
Este fue un servicio más de Ciberviviendo, en pos de un mundo menos idiotizado.