julio 07, 2009

Los seis tipos de usuarios de e-mail que deberían ser encerrados en Guantánamo por siempre jamás

En junio pasado le entregaron el premio príncipe de Asturias al inventor del e-mail. Aunque no sabemos cuales son las implicancias del mismo aprovechamos la oportunidad para encaramamos en los festejos (cualquier oportunidad para encaramarse en algún festejo es buena) y desde aquí queremos honrar a este señor que ha cambiado nuestra manera de comunicarnos. ¿Cómo? De la mejor manera posible: defenestrando a todos aquellos usuarios que, 30 años después, siguen utilizando el correo electrónico para hacernos la vida más miserable.

Aquí, los seis tipos de usuarios de e-mail que deberían ser encerrados en Guantánamo por siempre jamás.


1. El asuntófilo

Usted, que nunca entendió para que servía esa casilla que dice “asunto”, se lo vamos a repetir una vez más: es para que en ella resuma en no más de tres palabras el tema principal de su correo.
Por lo tanto, el primer capítulo completo de Cien años de soledad no constituye un asunto. Poner “Hola” sin importar que en el cuerpo del mensaje nos esté comunicando un deceso, o nos esté insultando en cuatro idiomas, tampoco.

Si no sabe qué poner, absténgase de demostrar su falta abstracción y desarrollo intelectual en el asunto, seguramente lo haga en el resto del mail.

2. El mono aullador

Queridísimo saboteador de todo lo bueno que hay en este mundo, como bien le habrán explicado en el colegio primario (mientras le pegaban con una regla en los nudillos por asno) las mayúsculas se utilizan al principio de una oración y/o en los nombres propios y/o en las siglas.
Por lo tanto, ¿PUEDE SER QUE A 30 AÑOS DE SU UTILIZACIÓN USTED SIGA ESCRIBIENDO MAILS COMPLETOS COMO A LOS GRITOS? ¿EH? ¿PUEDE SER?

3. El púber imberbe

Ustedes que se creen súper modernos porque tienen 5 millones de sistemas disponibles para decir cualquier sandez, por favor, respeten a sus mayores: no escriban e-mails ininteligibles con ese pseudo lenguaje que dicen haber inventado y que en realidad es la contracción a onomatopeyas de nuestro hermoso vocabulario.
Querido púber, si me mandas un mail, tené la mínima decencia de escribir bien, para que pueda comprender al menos un 30% de lo que querés expresar. Con tus amiguitos hacé lo que quieras, pero sabelo, nuestras condiciones mentales no son las mejores como para tener que malograrlas más haciendo un esfuerzo sobrehumano por entender qué catzo quisiste decir con “arre”. (La vejez no viene sola, eso también podrías ir metiéndotelo en la cabeza)

4. La Madre

Las madres (las nuestras, no las forjadoras de la generación infame de floggers y emos que inundan nuestras calles) deberían limitarse a las 45 llamadas telefónicas que nos realizan diariamente para ver cómo andamos. Pero si sus ganas de escribir son irrefrenables, deberían hacerlo únicamente a través de cartas en papel perfumadito o postales con fotos de las Cataratas del Iguazú.
No conozco progenitora capaz de redactar un mail (ni un mensaje de texto) coherente. Ya no hablamos de la falta de asunto legible, ni del uso incorrecto de mayúsculas. Nos referimos a frases del estilo de “estoy tomando un cafecito”, “¿esto está bien?” y cosas semejantes, que lo dejan a uno pasmado, y pensando a quien salió tan sanito.

5. El próximo desempleado
Sabemos que el trabajo es un tipo de tortura socialmente aceptada. Si fuera placentero nadie nos estaría pagando por ello. Pero, querido oficinista cerebralmente aniquilado por las ocho horas diarias debajo de los tubos de luz fluorescente, de algo hay que vivir, y su comportamiento no lo está ayudando en esta tarea.
No nos referimos a su decisión de abrir una mesa de apuestas ilegal en su box, sino, de su estupidez mayúscula para responder mails.
Estimado trabajador inutilizado intelectualmente: hay dos tipos de formas de responder un e-mail, una es aquella por la cual usted le contesta a uno solo de sus contactos. La otra es la que le permite responder a todos. Sabemos que la diferencia es de sólo una palabra, pero las implicancias pueden ser enormes. Y más si usted se dedica a ponerle apodos a la mitad de sus compañeros y superiores, envía fotos de minas en bolas o anuncia que se acaba de desgraciar en la oficina de su jefe.
La próxima vez que se le ocurra algún comentario humorístico sobre el rendimiento sexual del dueño de la empresa, asegúrese de no estar copiándolo entre los contactos.
Este es un servicio gratuito para que conserve su trabajo (y todos los dientes).


6. El reenviador de cadenas compulsivo

Estimado homúnculo merecedor de todos los insultos existentes en los 400 dialectos y lenguas vivas y muertas que la humanidad conoce y conocerá: sepa que cuando usted decide reenviar cada uno de esos engendros que le llegan a la bandeja de entrada advirtiéndole sobre nuevos virus (que usted esparce en su infinita idiotez), presos políticos de Chagarkistan que necesitan de su filantropía para heredar fortunas, o loterías millonarias que gana mágicamente sin haber jugado, un círculo infernal se inaugura exclusivamente para torturarlo durante toda la eternidad.
Cada vez que usted nos envía esos powerpoints cursis con fotos de cachorros y musiquitas pegajosas, que además de horrendas pesan 40 megas, una manada de elefantes está esperando detrás de su puerta para convertirlo en una damajuana de vino patero.
Humanoide: los siete años de mala suerte que supone evitar al enviar a 10 contactos ese correo bazofia con un test de personalidad creado en la universidad nacional del inútil, lo incluye automáticamente en la lista de condenados a muerte de todos los países del mundo (incluidos aquellos en los que la pena de muerte es ilegal).
Si las diapositivas sobre diferencias entre los franceses y los argentinos, o la caracterización de 40 tipos de flatulencias con sus sonidos respectivos, o los chistes verdes de algún pederasta lo hacen descostillarse de la risa, a nosotros, no nos interesan. Ríase solo y déjenos vivir en paz.
Si es posible, elimine el botón “reenviar” de su servidor de correo, póngale un papelito encima en la pantalla, o, simplemente absténgase de enviar cualquier tipo de mail.
La humanidad le estará eternamente agradecida.


4 comentarios:

perez dijo...

Tengo un plan de salud muy básico en el cual dependo de un médico de cabecera para que me derive a todo. Como me mudé hace poco, cambié a uno del barrio, total no se trata de ir al médico de verdad, sino de hacer un trámite como en la ventanilla del banco.

El consultorio, plagado de duendes, lechuzas y otros adornos que supuestamente atraen la buena suerte, no presagiaba la mayor seriedad. Así que cuando la doctora, sin delantal y toda llena de rulos y anillos y colgantes, me pidió mi e-mail, sospeché. Sin embargo, como soy una persona muy racional, me dije: "mirá si se va a dedicar a mandar spam".

Cada quince días recibo mails de mi médica con asuntos como "FELIZ FIN DE SEMANA", "Instante mágico - BELLÍSIMO!" y "No compararnos es la felicidad", con powerpoints que obviamente no abro. Ni una palabra sobre mitos y verdades de la gripe A o cualquier otra información útil.

Me tiene tan azorada que no me puedo ni enojar.

Unknown dijo...

perez: por la descripción del lugar, y de los mails, más que un doctor parece el consultorio de una vidente, tipo blanca curi (de esas que ya pasaron de moda)

Rogaremos a Fortuna para que se les rompa la computadora, o por lo menos, la conexión a internet.

saludos y paciencia!

Anónimo dijo...

yo mataría a los enviadores compulsivos de cadenas, sobretodo lo de la mala suerte si no lo reenvias dentro de los 2 minutos y medio.
Ya me malmponen y me dan fobia, porque no son capaces de mandarte un mail para ver como estas pero si para ser uno de los 25 a los que deben reenviar esa bazofia.
Adhiero con el encierro a esta gente.
saludos

Pharpe dijo...

Que razón tienes hay gente que es insufrible.

Saludos