Ya lo venimos anunciando hace mucho, y como era de esperarse nadie nos prestó ni la más mínima atención: la humanidad camina inexorablemente a su extinción. Y no porque el año que viene los Mayas se venguen de los conquistadores y vuelvan en forma de fantasmas con taparrabos a rebanar cabezas. Tampoco porque la capa de ozono se haya agigantado convirtiendo nuestra atmósfera en un horno microondas.
No, la humanida perecerá ahogada en el mar de su propia estupidez.
Este momento del año, tan caro para este blog, es donde se da uno de los picos de pelotudez social más altos del año. Nos envuelve el "espíritu navideño", esa invención capitalista para venderte más porquerías innecesarias y de pronto todos nos amamos los unos a los otros.
Prueba de eso es la siguiente publicidad de una afamada marca de telefonía móvil que últimamente intenta describir a la humanidad 3.0 en sus comerciales. Una humanidad, sépanlo queridos publicistas, a la que no nos interesa pertenecer, si es así de zopenca.
Entonces, siguiendo esta lógica, en estos tiempos de redes sociales y smartphones lo que tenemos por delante son las fiestas 3.0.
En la publicidad se ve a un jóven que en plena celebración navideña (y sin dar signos de estar borracho, lo que explicaría muchas cosas) se levanta de la mesa para mandar el consabido saludo por SMS a su lista de contactos. En ese mensaje de morondanga que dice "Feliz navidad" se resume la descripción que del humanoide 3.0: un ser abyecto idiotizado por la tecnología y las corporaciones empresariales multinacionales. Por qué, dirá usted, querido lector.
El susodicho mensaje es enviado a:
- el jefe que lo explota y mientras se va de vacaciones lo mantiene trabajando en un cubículo inmundo por dos pesos con cincuenta la hora.
- el cerrajero que lo esquilma por hacer un trabajo tan refinado como romperle la puerta a mazazos porque el protragonista se olvidó las llaves adentro.
- el vendedor de la inmobiliaria que le miente como a un niño y le vende una casa a punto de derrumbarse cada vez que pasa el tren.
O sea, un grupo de gentuza que merecería la muerte antes que un mensaje de salutación.
¿Y por qué manda ese mensaje de porquería este especimen de la generación 3.0?
Porque es un reverendo imbécil.
El mismo imbécil que gasta los dos pesos que gana en esa oficina asquerosa para comprarle una línea de teléfono móvil a la afamada marca de la bolita y poder mandar el mensajito de mierrrda a las 12 de la noche. Mensajito que no llegará hasta la mañana siguiente, si el pobre infeliz tiene suerte, porque la afamada marca de telefonía móvil tiene el servicio caído, gracias al arranque de felicidad de sus usuarios.
Por todo lo dicho, este blog que es amigo de la tecnología pero enemigo de los boludos que la utilizan le recomienda:
Salude a sus amigos, sus parientes, incluso al Tío Roberto que es medio nazi, pero por favor, absténgase de mandar el consabido mensajito por sms a toda a lista de contactos, entre los que se encuentra esa gente dedicada a hacerle la vida más miserable.
Muchas gracias.
Ciberviviendo, un blog que no cree en el espíritu navideño, pero defiende con la vida las bebidas espirituosas.