Hay personas que ante la contemplación de las desgracias que nos aquejan, en lugar de consolarnos o mentirnos descaradamente diciendo que "todo va a mejorar", sólo atinan a levantar una ceja y poner cara de perspicaces mientras sueltan un inmundo "te lo dije".
Esas personas suelen ser nuestras madres.
Desde este blog, luchamos denodadamente por no convertinos en nuestras madres, pero hoy no nos queda más remedio.
Así que, en este mismo instante, estamos levantando la ceja y te estamos mirando a vos, pedazo de ameboide que pasas tu vida frente a una pantalla, y que no conoces el significado de palabras como "músculo", "tonificación" o "sudor" (a excepción del que supura de tu trasero después de mantenerlo 16 horas aplastado en la silla ergonómica frente al escritorio).
Tú, que decidiste ser el más vivo de la cuadra y saliste raudo a comprar una Wii, o alguna consola de juegos similar; de esas que te exigen esfuerzos tales como sostener erguida toda la masa informe de carne que llamas cuerpo durante más de lo que tardas en ir y volver del baño, o mover extremidades que pensaste habías perdido en una guerra contra los zombies.
Tú, que te emocionas tanto con los juegos de la susodicha consola, que crees necesario hacer un salto ornamental cada vez que sacas en el voley, o replicar la fuerza del brazo de Nalbaldían para devolver un tiro en el tenis.
En resumen, tú, nabo munido de consola moderna, que te has lesionado por exponerte a los riesgosos deportes extremos de la Playstation Move y andas llorando por los rincones porque te duelen hasta las pestañas: te lo dijimos.
Si tu vida era miserable, insulsa y despreciable, no iba a mejorar comprando una Wii o similar. Más bien todo lo contrario.
Hoy en día lo dicen estudios serios, de esos que hacen los norteamericanos.Pero nosotros, siempre adelantados a nuestro tiempo, ya te lo habíamos avisado.
La próxima, escucha nuestros consejos, e intenta ser menos lelo. Entendemos que es una tarea titánica, pero creemos en tí.
Hasta la próxima.
Ciberviviendo, un blog que sigue diciendo carnaval, aunque nadie apriete el pomo.