junio 04, 2009

En mi época esto también pasaba. Hoy, tribus urbanas.

No importa si en la era de la comunicación, o en la paleozoica, los sujetos "padre" y "madre", hace millones de años, llegan a un momento de sus vidas en el que, rascándose el cráneo, se preguntan qué catzos pasa por la mente de su hij@. La búsqueda de esa respuesta es dolorosa. Y no mayormente para los padres.

Por ello, desde este blog, y a través de una didáctica teatralización, dedicada a causar la empatía y reflexión del lector, queremos afirmar, sin ningun tipo de pudor, que ser hij@ adolescente apesta, y siempre lo ha hecho, haya sido uno punk, hippie, emo o colectivero del 60.

Padres y madres del mundo: ¡reflexionen!

Abogando por un mundo más feliz, nos despedimos, hasta la próxima entrega, en su blog amigo.



-Nene, ¿vos estás bien?

G., se había sentado en un rincón de su cuarto, con la cabeza entre las piernas. De vez en cuando, emitía una especie de gemido casi inaudible. No miró a su madre, ni le respondió.

- Me podes decir que haces ahí.

- ….

- ¿Qué querés, que lo llame a tu padre?

- ….

La madre de G. salió de la habitación bufando y llegó taconeando al living, donde el padre de G. miraba un partido de la undécima división de futbol pakistaní.

- A ver si vos hacés algo. - Le dijo, mientras se ponía frente a la pantalla.

- ¿Qué hacés, no ves que están por hacer un tiro libre?

La mujer no se movió.

- ¿Me podés escuchar?

El hombre se revolvió en el asiento, estirando el cuello hacia un lado.

- ¿Qué es lo querés?

- ¡Que te preocupes un poco por tu hijo!

- ¿Y ahora qué es lo que pasa? En esta casa no se puede vivir en paz, che.

- Andá y fijate. Está sentado en un rincón, hecho una bolita. Está como perdido. No sé... Para mí que se droga.

- ¿Qué? ¿Vos querés que yo vaya y lo mate?


El padre se levantó agarrándose los pantalones, sin dejar de sostener el control remoto. Salió dando grandes pasos con dirección al cuarto de G. y abriendo la puerta gritó:

- ¿Me querés decir qué es lo que te pasa?

G. continuaba en la misma posición. No atinó a moverse. El padre se acercó hasta él con un par de zancadas.

- Mirame querés, que no tengo toda la vida.

G. levantó la vista sin decir palabra.

- ¿Qué te paso en los ojos, te cagaron a trompadas?

- No. No me pasa nada.

Sus caras estaban a tres centímetros.

- ¿Qué es esto, pintura?- Dijo el padre pasando los dedos sobre la cara de G., ahora cruzada por una mancha negra.

- ¡Lo único que me faltaba! ¡Era lo único que me faltaba! – el padre iba de un lado a otro llevando las manos al cielo.

- ¿Me podés decir que hacés así pintado como una mina?

- Nada papá. Olvidate.

- ¿Cómo querés que me olvide? Maaaarta.

La madre de G. apareció detrás de la puerta.


- Tu hijo no se droga. ¡Tu hijo es puto!

- Cómo… ¡pero qué decís!

- No ves cómo se pinta.

La madre se acercó a G. y lo miró de cerca.

- ¿Qué te hiciste nene? ¿En serio sos… lo que dice tu padre?

- No mamá. Me pinto para expresar mis sentimientos, ustedes no entienden.

El padre, desde el vano de la puerta, se llevó una mano a la frente.


- ¡Ah! ¡encima de puto es pelotudo! La verdad, no sé a quién sale. Debe salir a tu familia, ¡porque lo que es a la mía!

El padre volvió al living. El partido no se había terminado todavía.


La madre seguía parada en medio de la habitación, sin saber muy bien qué hacer.

G. se levantó de su sitio y se sentó frente a la computadora. Alguien le hablaba por el msn.

Restregando las manos en el delantal, la madre de G. dio un paso y se sentó sigilosa a los pies de la cama. Volvió a mirar a G. y casi en susurro, dijo:

-Hijito, ¿vos estas seguro que no te drogás?


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